Carta "El camino"

Te escribo una carta, porque asombrosamente me di cuenta, en el tiempo que estuvimos juntos, que yo no era la única persona que pensaba que mediante las cartas se pueden plasmar de una mejor manera y mas personal los sentimientos verdaderos, y que eso no amerita cobardía o falta de coraje para decirlos de frente, si no que da la posibilidad de saborear cada una de las palabras, analizarlas y captar el mensaje de la forma mas profunda como se esta entregando, ya que fuerza de las palabras es demasiado efímera y la brisa se las lleva fácilmente cuando no se guardan minuciosamente en la memoria.
Todo tuvo explicacion desde el primer momento para mi, probablemente tu siempre creiste que estabas con una persona ingenua a tu lado, pero cuando digo con dolor y dicha que he vivido mucho, es porque se que estas cosas suceden y lo que menos puedo en la vida, aunque quisiera, es caer ingenuamente en los brazos de alguien y entregarme sin pensar, los momentos que he vivido y las personas que han pasado por mi vida me han enseñado que entregarse no es la forma de demostrar cariño, si no la forma mas facil de que tengan una mano al rededor del cuello y la otra el corazon, poder abosluto, dominacion, circunstancias que hacen facilmente caer en la dependecia y la obsesion, muchas veces confundida con el amor.


--Aunque yo me haya llegado a tu vida solo a sanarte el corazon y luego a irme, aun así valdría la pena--
--Entonces tu me decías, te llevo conmigo, y sentía que tus palabras eran las mismas que un niño le diría a un animal en el zoologico porque se encariñó con el, a diferencia que mi prisión y mis barrotes eran temporales y parte de mi etapa, algo imposible de dejar de lado.--

El entorno se encargaba de informarme a penas presintieron que yo pretendía a tu persona, todos me advertían que no me acercara a ti, que no me ilusionara, me decían que tu no ibas a entregarme nada, quizás solo un tiempo, pero nada iba a lograr, nadie me dijo nada positivo de ti, se encargaban de remarcarme tus defectos y lo mal que me podrías hacer, sin embargo, no tuve miedo, no le pensé ni un segundo y te acepte y deje que entraras en mi vida, sin dudar. Lo que curiosamente ocurrió es que los miedos vinieron después, no era yo quien los traía: eras tu, quien los cargabas en tu espalda, y que te encargaste de remarcar cada detalle, cada limite, cada condición, con tus palabras que sabes tan bien pronunciar y que preparaste con antelación el discurso inicial, que fue el primer pie de lo que en algun momento llamamos erroneamente relación.


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