Historia "La despedida"

Me dijeron que para dejar ir algo, como un sentimiento pendiente no sellado tenías que aceptar el hecho de que aún está ahí y que aún es parte de ti, entonces  tomé el desafio y lo hice, lo asumí para mi interior,  para mi consciencia, para mi alma, el problema es que ahora ese sentimiento tomó lugar y se acomodó en un rincón,  expectante a ser llamado denuevo, como un cerillo que espera la chispa que lo haga arder.
Me dijeron que de esa forma, solo cuando lo asumiera sin negarme ni lo más mínimo,  sin avergonzarme en lo absoluto, éste iba a esfumarse si se trataba de un sentimiento atrapado por la indiferencia y el olvido, la presión de avanzar, de subir sin mirar atrás,  de dinamitar los puentes,  de abandonar las naves.
Pero al parecer no es de aquellos que busca abandonarme, porque no se trata de algo atrapado en la cabeza que divaga y divaga por la necesidad de dejar el sufrimiento para el otro día,  la utilidad de seguir adelante usando la razón y el sentido común, sino que es de aquellos que se encuentra aferrado al alma, como si hubiese nacido con él, y que fue despertado en un breve e intenso tiempo y controlado con intención de apagarlo por la imposibilidad de compatibilizarlo con la realidad, sólo de forma momentánea, ya que cualquier soplido hacia el otro lado lo hace atizar y adquirir calor desde la tierra,  desde lo más profundo como si estuviese atado con raíces al hecho mismo de mi existencia.
Pero el agua cae del cielo, las nubes se ponen sobre mi cabeza, el frío me condena a tener que ahogar ese calor y soportar la toz que genera el humo, que a me hace emitir sonidos imperceptibles,  la mayoría del tiempo, pero otras veces sale de mi cómo una bocanada de aire atrapado que busca tocar el aire puro para encenderse nuevamente.
A veces sale e intento contenerlo, como quien contiene con fuerza el agua entre las manos, se escurre por los lados.
Y entonces miro mi reflejo, suspiro, intento nuevamente tapar el fuego que arde, que se proyecta ante mis ojos con escenas donde la llama ardía sin control, quemaba todo a su paso, andaba sin mirar atrás. Aire y fuego, combinados, un solo ser, un solo cuerpo.
Pero el agua fresca, calma, cristalina,  pura emanada del manantial mas hermoso que mis ojos han visto, esa agua me invade, me acuesto sobre ella, floto en su superficie, me refresca la sed, me da motivos para hidratar mis pensamientos, para enfriar el humo dentro del fondo de mi pecho.
Me encandila el reflejo del agua junto al sol, me siento en la hierba, me habla la brisa, me dice que no deje de beber, de hidratarme,  que no puedo elegir ahogarme, que si bien el fuego arde y encanta, a la vez destruye descontrolado y todo lo mata, que el placer del calor el sonido de la materia ardiendo dura unos segundos, hasta reducirse a cenizas.
Así que bajo la cabeza y contengo mis palabras, doy pasos lejos de su existencia, huyo rápido antes de que la llama comience a tomar lugar, antes que comience a buscar una salida, corro con la imagen ante mis ojos, tentadora imagen y ganas de caer en ti, de abrir la tierra, y escondernos juntos, solo de esa forma, dentro de ella, podríamos arder sin dañar a la superficie, arder en un abrazo que nos una y no necesite apagarse, que la lluvia ni el agua alcance.

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